HERMOSILLO, Sonora. — Fueron 23 vidas las que se apagaron en cuestión de minutos, cuando una explosión seguida por un incendio arrasó con una tienda de la cadena Waldo’s en el centro de Hermosillo.
Entre esas historias hay rostros, nombres, planes y promesas de futuro que quedaron suspendidos en el humo.
Lupita Castro, embarazada y con ilusiones de formar una familia, había salido de compras un sábado cualquiera. Su esposo, Rey Vásquez, publicó un mensaje desgarrador:
“El amor de mi vida😭🥹 tantos momentos juntos, risas, llantos, bailes… un maldito accidente te arrebató la vida junto con nuestra bebé😞 … era juntos para toda la vida mi amor … perdóname por no haber alcanzado a llegar a salvarte, no alcancé a salvarlas😓 eras, eres y siempre serás el amor de mi vida. Descansa en paz mi Reyna hermosa… era yo el que se tenía que haber ido, no tú🥹😭😭♥”
Zelma Adylene Quintero Rojas, enfermera del hospital San José, originaria de Guaymas y con 16 años de residencia en Hermosillo, también estaba en la tienda junto a sus dos hijos: Dan Alejandra (8 años) y Rafael Alejandro (1 año). Su padre, Luis Fernando Quintero, exige justicia “caiga quien caiga”.
Más allá de estos dos casos, hay varias familias que perdieron a varios de sus miembros en el mismo instante:
María del Carmen Aguilar Tirado, que trabajaba en la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano, murió durante las compras.
Karla Cota Aguilar y sus dos hijos (de 6 y 9 años) viajaron desde el poblado Miguel Alemán al centro y no regresaron.
El Financiero
Guadalupe Córdova (estudiante de la UPN Hermosillo) y su pareja Jesús Murrieta (originaria de Baviácora) fallecieron juntos durante el siniestro.
Jhoana Guadalupe Hernández Sánchez, de 19 años, cajera en el local, también fue víctima del incendio.
Otras víctimas: Julio César Salas y María Guadalupe Pérez, Marcos González (subgerente del establecimiento), Joaquín Ortíz y María Luz Tánori, y más familias enteras que han iniciado el duelo sin una lista completa oficial.
La investigación preliminar de la Fiscalía General de Justicia del Estado de Sonora apunta a que el siniestro pudo haberse iniciado por un transformador eléctrico dentro de la tienda, lo que detonó la explosión que precedió al incendio. Las autoridades han descartado por el momento que se trate de un “evento intencional”.
Lo que está claro es que el edificio carecía —o al menos no cumplía correctamente— de rutas de evacuación adecuadas y un programa de Protección Civil efectivo, irregularidades que lo convirtieron en una trampa mortal para quienes estaban ahí.
Y mientras los peritajes avanzan, el duelo permanece suspendido sobre Hermosillo. En el sitio del incendio, las veladoras arden junto a flores, dibujos y mensajes escritos con temblor en las manos. Cada nombre leído en voz baja se convierte en un reclamo de justicia, y cada lágrima encendida en una promesa: que de este fuego no solo queden cenizas, sino un cambio real que evite que la historia vuelva a repetirse.
																				

















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