Hermosillo, México. – 13 de mayo de 2025. José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay y figura emblemática de la política latinoamericana, falleció este martes a los 89 años de edad. Su muerte marca el fin de una era para una generación que lo admiró no solo por sus decisiones como mandatario, sino por la coherencia entre su discurso y su estilo de vida austero.

Mujica gobernó Uruguay entre 2010 y 2015, tras una intensa trayectoria política que incluyó su paso por la guerrilla tupamara en los años 60 y 70, más de una década en prisión, y luego su regreso a la vida democrática, primero como legislador y después como jefe de Estado.

A lo largo de su mandato, Mujica fue reconocido mundialmente por su estilo único: rechazó el boato presidencial, vivió en su modesta chacra a las afueras de Montevideo, donó gran parte de su salario y se trasladaba en su viejo Volkswagen escarabajo. Todo ello le valió el reconocimiento internacional como “el presidente más pobre del mundo”, aunque él mismo prefería definirse como “un hombre con pocas necesidades”.

Durante su presidencia, impulsó reformas históricas como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del mercado de la marihuana, convirtiendo a Uruguay en un país pionero en políticas progresistas dentro de América Latina.

En una entrevista concedida en 2012, Mujica dijo con ironía: “De la política voy a salir con las patas para adelante”, reafirmando su compromiso con la vida pública hasta el final. Incluso después de dejar la presidencia, continuó siendo una voz influyente, especialmente entre los jóvenes, por su crítica al consumismo, su defensa del medio ambiente y su llamado a vivir con mayor sencillez.

Su legado trasciende ideologías y fronteras. José Mujica será recordado como un líder distinto: coherente, cercano, idealista y profundamente humano.